Vivimos
en un mundo en el que cabe todo, y si uno se molesta en llevar una cámara
encima (hoy en día esto no tiene ningún mérito pues todo el mundo carga con el
aparatito mágico, que puede hacer cualquier cosa, no digamos ya fotografías),
ir haciendo fotos de lo que ve (y no sólo de uno mismo y sus amigos poniendo
caras raras, que es lo usual), y luego pasarlas por el photoshop para darles el
aspecto que a cada cual mejor convenga, el resultado podría ser este: retratos
hechos en la calle de sucesos más que cotidianos. Aquí debajo se ve: niño muy
bien vestido sentado encima de un montón de mierda; chaval cubriéndose del
ataque desenfrenado de la cámara; post-hippie y, por último, escena en un
hospital.
Quizás
a alguien le interese ver esta presentación, en la que se amplía la información
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