Periódicamente
se publican estadísticas sobre este asunto, y si vamos a hacer caso de lo que
dicen, resulta que la población española (que es el mercado que conozco un
poco) dice en un porcentaje de un 50% (todos los números que expongo son
redondos) que le gusta leer, y el 50% de ellos, que lo hace habitualmente. Sin
embargo, si se consultan las ventas de editoriales, esto no es cierto. Si el
25% de la población española (40 millones de personas) leyera una media de seis
libros al año (que es una miseria, uno cada dos meses, y ni se aproxima a lo de
habitualmente), las ventas estarían en 60 millones de ejemplares
vendidos al año, lo que no se corresponde con la realidad.
Vamos a suponer
que los libros pasan de unos a otros y que se venden sólo la cuarta parte, es
decir, 15 millones de ejemplares. Bueno, pues tampoco. Las librerías españolas
no venden esa cifra ni hartas de vino.
También están
los libros eléctricos, de cuyas estadísticas me hago una cierta idea, y después
de echar una ojeada en Amazon, por ejemplo, cuyos números se pueden extender al
resto de portales, la cifra es aún más baja, y eso que, en general, son muy
baratos. Este mercado es el que crece, y supongo que de aquí a cinco años habrá
crecido mucho más.
Y en cuanto a
qué se lee, la cosa va por géneros. El preferido es, con mucho, la novela
puramente rosa, tipo Corín Tellado. Esto ha sucedido siempre (en la
época de la autora citada, hace de 40 a 60 años, sucedía lo mismo) y no hay que
extrañarse. Lo que se hace extraño, pero este es otro cantar, es que ahora
invistan académicos a los superventas, cosa que no sucedía entonces.
Un género
nuevo, que está empezando a tener mucho éxito, es lo que llaman new adults.
¿Y qué es eso? Pues pornografía pura y dura, novelas rosas bien trufadas
de sexo explícito, y esto tampoco es nuevo, pues siempre se han hecho ediciones
deleznables de novelillas para salid@s. Antiguamente se vendían en los kioscos
de periódicos (no en las librerías), y el kiosquero las entregaba en bolsas de
plástico para que no se advirtiera el contenido.
Otros géneros
que despiertan cierta atención en los lectores son la novela de acción (estilo
Marcial Lafuente Estefanía, José Mallorquí y etc., aunque estos autores
escribían sobre todo del oeste) y la novela histórica.
Y de todo lo
demás, ¿qué? Pues muy poca cosa, o nada. Por ejemplo, en Amazon, para su
Kindle, podemos encontrar versiones de los clásicos a precios misérrimos o
simplemente regalados (como El Quijote), y las cifras de ventas son muy
bajas. Es verdad que este libro no es adecuado para chavales (es un libro para
personas mayores, y quien diga lo contrario no lo ha leído), y algo parecido
sucede con los demás clásicos, los antiguos (Séneca, Cicerón, Marco Aurelio,
Plinio, Estrabón, etc.), o los más recientes, como Galdós, cuyos Episodios
Nacionales (fantástica y larguísima novela del más puro género de
aventuras, que de la manera más fácil, armónica y entretenida te ilustra sobre
la historia de España durante la mayor parte del siglo XIX, unas 10.000 páginas en 46 libros distintos) valen 0,90 € para Kindle
(lo digo en serio, no es una broma), y ahí está, sin que casi nadie se digne
echarle una ojeada. No importa que Galdós sea un genio de la escritura, sino
que como es uno de esos antiguos... En fin, ese es el panorama, y este
el espíritu de la actual España lectora.
En definitiva,
que eso de que aquí se lee... Que yo sepa, hay un 10% de personas interesadas
en esto de la lectura (el resto, como resulta notorio, se dedican al zapping,
el fútbol, el cotilleo y la pornografía), y de ese 10% se podría decir que sólo
el 10% lee libros instructivos, quedando el 90% restante dedicado a lo más
despreciable e insignificante de esta gran diversión que constituye la
literatura. Pero bueno, esto tampoco es una novedad: con la música (la más
bella de las Bellas Artes) o el cine, sucede otro tanto, fiel reflejo del
modelo social que nos contiene.
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Nota optimista: mire aquí:
https://www.amazon.com/author/camargorain
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