Aquí va una
receta que no quiero que se quede en el tintero, porque estoy seguro de que va
a ser de utilidad para más de una persona.
En estas y
otras páginas he hablado de diversas pociones mágicas (para mí lo han
sido), como las alubias, el chocolate negro o la música de Bach..., y hoy voy a
hacerlo de la harina de nuez. Para su preparación sólo necesitas ingredientes
tan sencillos como los que se ven en la fotografía, es decir, cascanueces,
mortero, mano, nueces (mejor de las buenas, de las del campo) y paciencia.
Lo primero es
pelar y limpiar bastantes nueces. Una vez extraída su carne, se tritura
con la minipimer todo lo que se pueda (esto es relativamente fácil y rápido), y
lo que sale se coloca en el mortero. A continuación, con la mano (la del
mortero) y bastante paciencia (cosa de diez minutos o un cuarto de hora, que se
puede hacer en dos o tres veces para dejar descansar el brazo) se machaca de
nuevo hasta reducirlo a harina, o casi. Fin.
No hay problema
en hacer bastante, pues en la nevera se conserva perfectamente y luego puedes
utilizarla para lo que quieras. Por ejemplo, para añadir a las ensaladas (en
las que cuya presencia no se advierte sino muy vagamente), a la masa de los
bizcochos, a la que sirve para confeccionar bombones o al café con leche
matutino. Ya me contaréis.
Garantizo sus
notables efectos psíquicos, como se dice en el título de esta entrada.
------------------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario