jueves, 10 de enero de 2008

El cuento del gabardinoso, entrega 16

La siguiente vez que intentaron representar aquella suerte de melodrama tuvieron mejor suerte. No bien habían aparcado el coche, y cuando Juan se aprestaba a apearse, una extraña figura surgió ante ellos doblando la esquina más próxima, y al percatarse de su presencia dio media vuelta apresuradamente y desapareció.
–¿Habéis visto...? Ese es. ¡Venga, arranca, que le cogemos!
Nando arrancó el coche atropelladamente, y haciendo chirriar los neumáticos dobló la esquina. Al fondo, al otro lado de la desierta calle, una oscura forma corría alejándose.
–¡Písale, písale, que le pillamos...!
El coche consiguió ponerse a su altura porque la calle era larga, pero una vez lo hubieron conseguido, cuando ya casi podían vislumbrar su cara, el que huía torció abruptamente por una calleja llena de traicioneros árboles sobre la acera, más estrecha que la anterior, y se alejó hacia el fondo.
–¡Venga, dale!
–¿Por ahí...? ¿Estás loco? ¿No ves que es dirección prohibida?
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(continuará)

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