miércoles, 16 de enero de 2008

El cuento del gabardinoso, entrega 17

Juan el gomoso, tras tantos esfuerzos, se quedó sin habla.
–¿Tú eres gilipollas...? ¿Y a ti qué te importa que sea dirección prohibida?
La figura se perdía al fondo de la calle, y Juan el gomoso, que la había sentido a su alcance, salió del coche y corrió tras él. Por un momento creyó que le alcanzaba, y seguramente lo hubiera conseguido pues no en vano era el capitán del equipo de hockey, pero es que correr con aquellos zapatos... Al fin, tras unos momentos de desenfrenada persecución pudo observar que la sombra de abrigo negro llegaba hasta una alta tapia de piedra, la escalaba con toda celeridad y desaparecía arrojándose detrás.
Juan volvió al coche caminando lentamente, y cuando estuvo dentro lo primero que hizo fue quitarse los zapatos.
–¡Mierda...!
Nando le miró airadamente en el silencio que siguió.
–¿Y qué...? ¿Luego la multa la pagas tú...?
Juan el gomoso, que tras aquella carrera había perdido el resuello y las ganas de pelea, se sintió conciliador.
–Venga, vámonos a casa, que esta noche no le pillamos.
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(continuará)

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